Mujeres que reescriben su historia con manos de tierra y vida

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Costa Azul, un predio de 119 hectáreas, ubicado Montería, Córdoba, y que fue propiedad del jefe de las extintas Autodefensas, Salvatore Mancuso, es escenario de la más genuina historia de resiliencia en la costa Atlántica, gracias a la Reforma Agraria del presidente Gustavo Petro.

Entre amargos recuerdos de la violencia y la hoy fortalecida esperanza por un mejor futuro, avanza la vida de 19 mujeres campesinas, cabezas de familia, víctimas del conflicto armado, que hace dos años viajaron desde diferentes lugares del departamento de Córdoba a habitar su nuevo hogar.

Sus días transcurren en medio de los quehaceres de la casa, las faenas del cultivo de la tierra y la cría de aves, que no solamente les sirven para la seguridad alimentaria de los suyos, sino que también se constituyen en generadoras de ingresos para el sustento económico.

Atrás quedaron los tiempos de zozobra, cuando esposos, hijos o hermanos fueron asesinados, y ellas, amenazadas y despojadas por grupos armados ilegales. 

Las huellas del pasado afloran cuando son abordadas sus historias, historias que dejan ver lágrimas de dolor. Pero la tenacidad y el compromiso de sacar adelante las nuevas generaciones las han llevado a levantarse de entre cenizas con la mejor actitud.

Es, justamente, la historia de Nelly Rosa Montalvo Cogollo, de 62 años, quien residía en la vereda Verdinal, corregimiento Loma Verde, jurisdicción de Montería. Ella perdió a varios familiares a finales de los años 90, en medio de incursiones en las que fueron decapitados más de 10 hombres. Su esposo debió abandonarla para huir de la muerte.

Esta mujer campesina refleja en sus manos las huellas del machete, el azadón y el pilón; en su corazón, aún las huellas de dolor, pero en su rostro, sus ojos y actitud, la esperanza renovada y las ganas por construir un mejor futuro para sus dos hijos y nietos.

Nelly, como las demás, recibió de manos de la Agencia Nacional de Tierras —ANT— seis hectáreas, donde ahora cultiva ahuyama, yuca, ñame, arroz, berenjena, plátano, y también cría aves de corral.

Hace parte de los colectivos de mujeres tejedoras de memoria y de organizaciones campesinas que comparten experiencias productivas, en busca de ser, cada vez más, eficientes con sus cultivos.

 

“A principios de semana estuvimos en San Onofre, compartiendo estrategias con una agencia japonesa que apoya a mujeres cultivadoras, víctimas de la masacre de La Pelona, que vivieron las mismas circunstancias que nosotras, y hoy viajamos a Barranquilla a un evento de lideresas”, dijo Nelly.

Así, entre trabajo y capacitaciones, fortalece sus capacidades y conocimiento y se convierte en ejemplo de supervivencia, superación y resiliencia.

Ella regresó este viernes a Costa Azul, para reincorporarse enseguida a sus quehaceres: atender a su familia, darles de comer a sus gallinas, sus cuatro perros y  dos gatos, a pilar los puños de arroz que ya secaron, a recoger las ahuyamas, las berenjenas, la yuca, los racimos de plátano, y a seleccionar el ñame, que servirá de semilla para futuros cultivos, los que va a consumir y vender.

“El campo, para mí, significa mi vida, es el que me da las ganas de seguir viviendo, porque después de 12 años lo que ha venido es la bendición. El mejor regalo que le ha dado el presidente Gustavo Petro a las mujeres campesinas de Córdoba ha sido esta Reforma Agraria”, expresó emocionada la señora Nelly.

De esta manera, en Costa Azul se construye el Cambio con manos de tierra y vida.

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